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Acción (Registro)
Color, sonido, 10'10"
Recorrido desde el portal Norte de Transmilenio hasta el centro comercial Santa Fé, Bogotá.

2009.

Acostumbrar: La mirada del nativo está acostumbrada. Quienes no lo somos vemos con otros ojos. Todo lo que observamos nos parece extaño: "Después de todo, la costumbre no es solo una manta de algodón que lo encubre todo. Es también un baño de fango, en el que resulta agradable revolcarse." [2.]


Hospedar, habitar (se): Reclamo un lugar seguro. El cuerpo me obliga a acostumbrarme,  a tolerar el deseo y el rechazo. Deseo una nueva morada, deseo habitarla. Pero el cuerpo rechaza este nuevo olor, estos nuevos colores, estos nuevos sonidos. Este suelo me parece inestable, no me produce confianza echar raíces aquí.
 

Observar, extrañarse:


"Alrededor de las tres escuchamos desde el patio, donde nos hallábamos sentados, un ruido ensordecedor en las calles y el grito de '¡Creciente! ¡Creciente!' Salimos y vimos a la gente corriendo hacia el puente cercano a nuestra casa, donde pronto se reunió una multitud. De una corriente insignificante, el hilo de agua se transformó súbitamente en un torrente vigoroso, lleno de barro, que se llevaba por delante cuanto encontraba a su paso. Los caballos eran arrastrados, las gallinas flotaban, varias personas se ahogaron en sus casas y muchas apenas lograron escapar con vida. Toda la ropa que había en las orillas fue barrida por completo y una pobre mujer perdió varias docenas de camisas de hombre que estaba almidonando." [3.]

De cierta manera, Bogotá se me reveló bella al principio. Con su fisiología húmeda y extraña, cmo a esta Lady que pudo ver con ojos de mujer las camisas almidonadas que se llevaba el río. Un cronista como Humboldt nunca escribiría esta clase de cosas, mucho menos de la ropa que lavó una mujer y se la llevó la creciente.

La humedad se empoza, luego de escapar por las montañas, en esta ciudad que parece una batea:

"La razón de esta sorpresiva creciente es la gran cantidad de agua acumulada en las montañas que finalmente, buscando salida arriba del Molino de Agua Nueva se desborda con fuerza irresistible. Y como en su curso pasa por donde se lava y se seca mucha ropa de la ciudad, ¡infeliz presagio para aquellos cuyas pertenencias estén expuestas a esa corriente voraz!" [4.]



Desplazarse, estar (entre la multitud): El cuerpo debe recuperar la memoria del primer lugar en el que se emplazó mientras se desplaza por un lugar desconocido. Sin embargo, un extraño puede vovlerse un paseante ocioso. Puede asentarse, ser huésped, hacerse vecino, pude esperar el momento de la partida o construir su morada. Puede pasear obligado, puede también disfrutar del paseo o rehusarse, como la tía Mercedes o la tía Victoria:

"los transeúntes las fueron guiando por esas cuadras de viejos edificios de oficinas, de locales de comercio, de restaurantes y puestos de fritanga, por las que entre los empleados y los clientes transitaban carteristas y raponeros, camorristas malhablados, cachifos sin oficio, mercachilfes de la calle doce, esmeralderos de la catorce, piperos de la carrera trece, putas de poca monta, jugadores de dado, tahúres de billar, gamines patoteros, serenateros trasnochados, chulos de copera, cafres patilludos, camajanes descamisados, vendedores ambulantes, revendedores de joyas, detectives sospechosos, anunciadores ungüentos, culebreros alharaquientos, timadores de bolita, calanchines de timadores, echadores de suerte, politiqueros sin puesto, traficantes de chucherías, cascareros atarvanes, cantantes de la calle, pregoneros de felicidad, compradores de botella y cuchilleros camuflados." [5.]


Pasará mucho tiempo antes de sentirme como un flâneur.

 

 

 

Bogotá 2024 - Raquel Hernández

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